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No se trata de cuestionar por qué sí o por qué no ir a la feria
00:11 viernes 8 agosto, 2025
ColaboradoresDesde una sala que se confunde con el comedor —en una casa de Infonavit, porque pues qué más—, nos recetamos, desde el “fiel, amante y pobre televisor”, las ocurrencias de El Abelito en la Casa de los Famosos. El nuevo Big Brother que tiene a tiktokeros, youtubers y opinólogos de la prensa rosa al filo de la butaca: “que a Facundo le sale bigote, que a Ninel Conde le dio gripe”. Un trago al caballito de piña y “the show must go on” para el telesanluisito que, aprovechando los interminables comerciales, desbloquea su móvil, abre su instagramfacebooktiktokx y la primera publicación versa: "Este 8 de agosto inicia la mejor fiesta del verano: la Fenapo 2025". “Bah, siempre es lo mismo”, repite cada año media ciudadanía, a la espera de recibir el mensaje de un amigo, un primo o cualquier cristiano que proponga ir a la feria “a ver qué hay”. Y, con todo y eso, sale de casa. Tiene que andarse con cuidado. Vive en Soledad —‘Chole’, para los potosinos—, en la Constancia, para ser precisos: esa colonia recóndita resguardada no por trenes esporádicos, sino por unas vías del tren abandonadas… y por la falta de seguridad y luminarias. Tras media hora de espera, se sube al primer ruta 3 que pasa por la carretera Matehuala. No hay paradero, pero los choferes ya saben que, en la esquina de ese puente, la gente espera abordar. Además, con los hoyos en la vialidad, bajan la velocidad y es fácil que lo vean. En la Alameda tomará el ruta 21. El 8 no, porque tarda más en llegar y, en caso de que lo alcance la noche, no quiere arriesgarse a tener que tomar taxi desde la feria, porque vaya que cobran una ‘feria’. * El marco de la Fenapo, estimable potosino o soledense, es el escenario perfecto para muchos oriundos del estado de las enchiladas, de los tacos rojos y del ‘bofo’, para empezar a dirigir nuestra crítica al descarnado desembolso de dinero que el evento implica. Esperamos, incluso, la cartelera del Teatro del Pueblo o el Palenque casi con el deseo de escuchar los nombres —hoy también internacionales— de artistas que brillarán en el escenario, casi clamando a la madre tierra potosina que incluyan a ese que, sabemos todos, (nos)costó un ojo de la cara. Y sí, al final del día sabemos también que terminaremos asistiendo. Ya sea porque los del ‘jale’ van a ir, porque solo es ir a comer con los niños, porque alguien se ganó boletos para el Palenque o simplemente porque nos gusta divertirnos. Y eso está bien. No se trata de cuestionar por qué sí o por qué no ir a la feria. Sin embargo, si nos ponemos el traje de un papel más sesudo, el trayecto de nuestro conlugareño del inicio de esta columna es la imagen que compartimos la mayoría al usar el transporte público, transitar nuestras calles, sortear peligros, baches y penumbras. No se trata de aprovechar la Fenapo para tirarle al gobierno —quien, sí, como en toda administración, tiene responsabilidades que cumplir—, sino de evitar reducir nuestras exigencias sociales a 21 días de espectáculo. Porque eso nos acercaría más a la crítica vacía que tanto abunda, esa que nos da una cultura que navega sin timón ni capitán, al ritmo del espectáculo que rebosa en redes y televisión, y que nos aleja -pareciera que alevosamente- del comentario bien atinado y la exigencia afilada, sí, pero razonada. Nosotros, como ciudadanos, somos responsables de, entre otras cosas, elegir gobernantes, cuidar nuestras calles, procurar el bien común. Somos parte de una civilidad descuidada desde el momento en que tiramos la envoltura del Gansito o el envase de Coca-Cola en un baldío. Sí, es responsabilidad del gobierno… pero también es nuestra. La salida no está en dejar de ir a la feria, sino en ser más autocríticos. No se trata de justificar acciones gubernamentales, sino de entender causas. Y de comprender también que el evento que hoy inicia en la capital potosina —como cientos y miles en el planeta— tiene matices sociales y económicos que muchos son positivos. Siempre y cuando, claro está, no olvidemos que el derecho a divertirnos sanamente en lo que ofrece nuestra ciudad no nos exime de las responsabilidades que tenemos hoy, y el resto de los días, como protagonistas de la idiosincrasia potosina. La información que consumimos -en programas, redes e internet- también nos forma. En tiempos donde el espectáculo, a todas luces, sacia los ratos libres de la sociedad, cuidarnos no implica no solo cerrar con llave o poner el seguro en la puerta del coche, sino abrir los ojos más allá: tener criterio; ser analítico, mordaz, sin perder los estribos ni morir lanzando la pedrada "a ver a quién le da". Ser críticos no es señalar fallas por doquier; por el contrario, es cuestionarnos lo que estamos haciendo -y dejando de hacer- para que esto mejore. ..."te guarde Dios".
JS