El miedo nos hizo encerrados, los negocios también lo hicieron, las plazas públicas, escuelas también se vaciaron, por las noticias nos enteramos de los sucedía desde en China, España, Italia y que comenzaba a llegar a los Estados Unidos y México. Un año de adaptarnos a nuestro pequeño espacio de vida, organizar nuestras compras, disponer de mucho tiempo, pero de poco contacto con otras personas. Dejar de vestirnos para los eventos públicos porque estas dejaron de existir.

Saber administrar nuestros ahorros y decidir la importancia de nuestras compras. Aprendimos a demostrar nuestro afecto a la distancia. Hoy después y estos 365 días de encierro, miedo, incertidumbre y muchas emociones que con las cuales aprendimos a vivir de cerca y sobrellevar las consecuencias, ver partir a familiares y amigos sin poder siquiera dependernos ni honrar sus funerales. Supimos lo que era el zoom y para qué sirve  Hospitales saturados, un sistema médico que colapso con valientes guerreros, médicos y enfermeras, que, con gran valor y compromisos, tenían la premisa de salvar vidas a pasar de poder perder la propia, y así fue mas de tres mil fallecieron en México El obligado distanciamiento social nos dejó varias elecciones: El valor de la salud, lo frágil de la vida, lo importante que es estar saludables. El valor de nuestra familia, aprendimos a estar más tiempo juntos y comunicar nuestras emociones El valor de la tecnología que nos permitió comunicarnos y estar cerca a pesar de la distancia. EL valor de los momentos y saber expresarlos, no dejar nada para después El valor de saber ahorrar para las épocas malas, esta fue la peor de todas. Ahora que vemos que está disminuyendo el numero de contagios y que la vacuna se comienza a aplicar, es posible tener una mejor perspectiva sobre nuestro futuro, que sin duda estará acompañado de todas estas lecciones de un año de pandemia. Esta pesadilla que comienza a ceder debe transformarnos en mejores personas, ante quienes procuran nuestra salud, más empáticos ante quien atraviesa por una delicada situación.  Regalar siempre una sonrisa, no dejar para nada después, el reconocer el valor y afecto de nuestra familia, amigos y colaboradores. Seamos más sensibles, más productivos y eficientes, seamos mejores a partir de esta terrible situación que tuvimos que enfrentar todos en el mundo, pero que nos deja grandes lecciones. Sin duda este año cimbro nuestras vidas y se llevo las de miles de personas queridas. Dedico esta colaboración a todas las personas que nos dejaron a causa de este virus, en especial a mi querido tío José Luis Barrón Lechuga  ¡Hagamos Juntos la Diferencia!

Jorge Armendáriz Gallardo

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