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Ahora, cuando el Papa ha muerto ya no hacen falta las fotografías ni las cortesías de Estado. ¿Ya para qué?, si no hay ninguna elección a la puerta ni más bobos por engañar
00:02 martes 29 abril, 2025
ColaboradoresNunca nos dijeron por qué. Pero ocurrió.
Tampoco nos explicaron lo contrario. Pero también ocurrió.
El primer suceso sin explicación real, más allá de lo evidente y mercadológico, fue la carrera al Vaticano en 2004, para superar (o empatar) a su oponente en una parejera para lograr una fotografía con el Papa Francisco y hacerle creer al pueblo bueno un inexistente aval pontificio de las ofertas políticas
Todos lo han hecho y cada uno ha cobijado su hipocresía con el mejor de sus pretextos y recovecos.
Ahora, cuando el Papa ha muerto ya no hacen falta las fotografías ni las cortesías de Estado. ¿Ya para qué?, si no hay ninguna elección a la puerta ni más bobos por engañar.
Pero una cosa y otra cosa producen rezongos, según ha dicho la presidenta (con A) de la República:
“—Hubiera habido (¿?) una crítica tremenda (en el caso del sepelio papal). ¿Dónde está la separación Iglesia-Estado (a lo mejor lo sabe Rosa Icela)? ¿Por qué está yendo a los funerales del Papa Francisco? Entonces hay personas que sencillamente no nos quieren y cualquier cosa que hagamos, de todas maneras, va a haber crítica".
Esa reflexión sentimental sobre el desamor deja varias preguntas.
La primera, cuando la doctora presidenta (con A) CSP dice en mayestático verbo, “no nos quieren”, ¿se refiere a ella y su investidura o a ella y alguien más?
Y la segunda, ¿son el aplauso o la crítica el motor único de las relaciones internacionales (el funeral del Jefe de un Estado con el cual se mantienen relaciones diplomáticas)?
Si eso fuera, entonces sólo se gobierna para abatir las críticas, pero ni eso se logra, porque los señalamientos no se acaban con un sí o un no. ¿Entonces, qué más da? Frente a la intransigencia se podría decir; cerrando los ojos los dejé pasar.
—...Cualquier cosa que hagamos, de todas maneras, va a haber crítica…
—¿Pero por qué?
¡Helas!, diría el francés, porque “hay personas que sencillamente no nos quieren”.
¿Y a esos, con todo respeto, como decía un clásico de la política, para qué los queremos y consideramos, si no es un asunto de oposición sino de afecto o desapego?
La política, a diferencia del amor, no es una cosa esplendorosa. Es cruel, vengativa, dura, feroz, sucia y fea. Todo eso es, pero su virulencia se puede contener o exhibir, al menos, si se ofrece una explicación. No un rodeo quejumbroso al ritmo de aquella cancioncita: “Mejor me como un gusanito”.
—¿Por qué un sí en 2024 y un no en 2025? Pues porque una cosa es la campaña y otra el gobierno.
POR RAFAEL CARDONA
COLABORADOR
@CARDONARAFAEL